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Fitopatología y terapéutica en el cultivo del Gladiolo para flor cortada. 1ª Parte

FITOPATOLOGÍA Y TERAPÉUTICA EN EL CULTIVO DEL GLADIOLO PARA FLOR CORTADA

 

 

1. MEDIDAS CULTURALES

En primer lugar, el cultivo debe comenzarse partiendo de material sano, por lo que deben adoptarse precauciones especiales antes de su adquisición comprando solamente a firmas de reputación conocida e investigando acerca de su origen y del camino recorrido hasta llegar a nuestras manos. Los cormos serán de buen calibre, 12/14 es el idóneo; estarán sanos; no llevarán tierra adherida, y no deben presentar daños de origen mecánico.

Con este material en nuestras manos, una adecuada elección del terreno, un abonado bien calculado, juntamente con una buena preparación del terreno, tendremos la base de un cultivo sano.

Un drenaje deficiente, un exceso de abonado, principalmente nitrogenado, o un estercolamiento mal calculado pueden favorecer, y hasta incluso originar, el desarrollo de una amplia gama de enfermedades.

La rotación de cosechas es de vital importancia, dado que el cultivo ininterrumpido de gladiolos hace que aumente sensiblemente el número de gérmenes nocivos en el suelo, hasta el punto de hacer poco o nada rentable el cultivo.

Desde el momento que se realice la plantación, el cultivo debe ser inspeccionado periódicamente con el fin de detectar, a la aparición del primer síntoma, cualquier enfermedad, procediendo inmediatamente a eliminar las plantas afectadas y a poner en práctica la terapia adecuada para el problema en cuestión.

La provisión de pasillos es más que una comodidad, puesto que facilita grandemente la recolección de flor, los tratamientos e inspecciones fitosanitarias, así como cualquier otra labor.

El control de malas hierbas, bien sea con escardas o herbicidas, es una práctica indispensable, puesto que, aparte de competir con el gladiolo por el abono, éstas evitan una mayor circulación del aire entre las líneas de plantación, con lo que se favorece el desarrollo de criptógamas, siendo, además, portadoras o huéspedes de gran número de patógenos.

Si por cualquier causa las flores llegaran a abrirse tanto que ya no fueran comerciales, no deben dejarse que se marchiten dentro del campo, puesto que pueden llegar a ser un foco de infección, con la consiguiente merma en el cormo nuevo, caso de pretender utilizarlo en la próxima campaña.

Aproximadamente al mes de la plantación, es imprescindible la colocación de una malla de entutorado para evitar que se tumben más tarde por efecto del viento, abonos desequilibrados, etcétera.

En el momento de la recolección de cormos es importante que el suelo tenga buen tempero, para facilitar esta labor y evitar posibles daños al cormo.

También debe evitarse producir daños durante las labores de limpieza y clasificación, así como durante el transporte de los mismos.

Una vez limpios y clasificados, deberán permanecer en cámaras hasta la época de plantación, previa limpieza escrupulosa tanto del local de almacenamiento como de las bandejas con fondo de malla metálica destinadas a contener los cormos. Para evitar el desarrollo de algunos patógenos, deberán guardarse con temperaturas comprendidas entre 3 y 5º C, aireados continuamente. Nunca deben guardarse junto a frutas que puedan desprender gas etileno.

 

2. TRATAMIENTOS QUIMICOS

Si exceptuamos algunos pocos, todos los tratamientos deberán hacerse a título preventivo; por ello, será necesario tratar a la planta antes o durante la aparición del patógeno. La efectividad de todo tratamiento depende de la oportunidad con que se hace y de la formulación del producto utilizado.

Dado el desconocimiento que se tiene de la fecha en que pueden aparecer algunas enfermedades, es muy difícil determinar el momento propicio para efectuar los primeros tratamientos. La aparición de éstas viene condicionada por el clima de la zona de cultivo y por la fecha de plantación.

Otro problema que nos plantea el cultivo es la frecuencia y número de tratamientos que deben darse.

La frecuencia del tratamiento viene condicionada, naturalmente, por varias cuestiones: persistencia del plaguicida, aparición de nuevas hojas, aparición de fuertes rocíos, humedades o lluvias; mientras que el número de ellos dependerá de la posibilidad de futuras reinfecciones y economía de los mismos.

La diversidad de problemas que afectan al cultivo obliga a disponer de un buen equipo de maquinaria para los tratamientos más variados. Son indispensables un espolvoreador y un pulverizador de mochila, aunque resulte más ventajoso el empleo de una moto-mochila, dado que puede emplearse tanto para espolvoreo como para pulverizar con sólo cambiar el depósito. La utilización de estas moto-mochilas se acopla perfectamente en fincas, medianas, siempre que cada pulverización no exceda de 3 ó 4 horas. Para fincas mayores se precisa, ya, un equipo sobre tractor. El aparato utilizado al efecto deberá estar en perfecto estado de funcionamiento y su caudal bien regulado y controlado. La limpieza y aclarado perfectos deben ser efectuados inmediatamente después de cada utilización. El desherbado químico precisará el empleo de un aparato solamente dedicado a dicha operación.

La elección del producto debe referirse, en primer lugar, a la materia activa y, en segundo, a la especialidad comercial. Determinadas fórmulas, aunque más caras, pueden ofrecer la ventaja de ser superiores por alguna particularidad referente a facilidad de aplicación, persistencia, menor fitotoxicidad, no dejar manchas, etcétera.

La preparación de los caldos no es nada complicada, tan sólo requiere un mínimo de atención y seguir estrictamente las recomendaciones dadas al efecto en los envoltorios o etiquetas de los productos.

En cualquier caso, la adición de un mojante mejorará sustancialmente las propiedades del caldo.

La ejecución de la pulverización debe realizarse de forma regular y homogénea, recubriendo la totalidad de la parte aérea de la planta. La alternancia regular de los productos utilizados durante el año o varios seguidos, dentro de lo posible, es siempre ventajosa, puesto que disminuye el riesgo de aparición de razas resistentes.

Normalmente, y por razones económicas, la mayoría de los tratamientos se realizan con una mezcla de formulaciones químicas para combatir o prevenir varios problemas a la vez, pudiendo surgir problemas de incompatibilidades generalmente con formulaciones de diferentes casas comerciales, lo que hace necesario una prueba previa y la consulta de un cuadro de incompatibilidades para dar una idea, no una información completa.

 

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José Ramón Bosque

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