¿CÓMO SE DESCUBRIERON LOS LILIUMS?
Por tanto, como hemos visto, en los siglos XV y XVI son decisivos para el desarrollo de la ciencia en general y de la Botánica en particular. La invención de la imprenta, que unido a la producción de papel a precios razonables hizo que surgiera el libro, bastante parecido al que conocemos hoy, pero no como una curiosidad al alcance de muy pocos, sino como un producto de precio más asequible que llega a más estamentos sociales. Se elaboran herbarios, y proliferan y se desarrollan los jardines botánicos, todo ello unido al desarrollo del arte y la ciencia de la navegación que permitió la realización de expediciones botánicas. Todos estos factores conjuntamente supusieron un incremento notable en el número de las especies conocidas y permitieron la difusión del conocimiento local o regional a una escala internacional.
A lo largo del siglo XVIII, Europa está conquistando el mundo entero, y la historia natural no queda al margen, es también un mecanismo de conquista muy poderoso y valioso. Ingleses, franceses, holandeses, españoles envían expediciones político científicas en sus zonas de influencia, con el objeto de hacer un inventario de las riquezas naturales de las colonias, inspirados en las ideas de la ilustración francesa que ponían la observación de la naturaleza como la principal fuente del conocimiento, pero sin abandonar la estrategia militar y la política en la mayoría de los casos.
Al comenzar el siglo XVIII, nadie podía prever el espíritu que impregnaría año tras año los acontecimientos de este siglo marcados por el afán de aprenderlo todo, de experimentarlo todo. El «Siglo de las Luces» vio sucederse los inventos, realizar la ciencia progresos decisivos, brillar las artes y las letras con un esplendor incomparable. Rousseau siente afición por la botánica. Muchos de sus contemporáneos se interesan por las ciencias naturales. Entre ellos el sueco Linneo, que da un impulso decisivo a la botánica y establece el actual sistema de clasificación de los seres vivos, y que anticipa lo que después serían las teorías evolutivas. Y también Buffon, que entre 1749 y 1788 publica los treinta y seis volúmenes de su Historia Natural. Los ilustrados se interesan así mismo por la astronomía. Newton, había formulado las leyes de la gravitación universal en 1687, El francés Clairaut utiliza sus teorías para calcular que el corneta Halley retornará el año 1759. En 1781, Sir William Herschel descubre el planeta Urano. En 1745, en Leiden (Holanda) el profesor Petrus van Musschenbroek trata de electrizar el agua dentro de una botella. Los inventos se multiplican durante el siglo XVIII: el termómetro de mercurio, el cronometro, el primer vehículo automóvil, los primeros balbuceos del teléfono, el pararrayos. En 1783 un globo surca el espacio conducido por los hermanos Montgolfier. Por mar el inglés James Cook y los franceses Bougainville y La Pérouse descubren en el Pacífico islas habitadas. Alejandro Malaspina encabeza una expedición de varios navíos, cuyo objetivo era visitar y estudiar los territorios españoles en América y Asia.
No es aventurado expresar, como hacíamos al principio que la historia de las plantas bulbosas, y en particular de los liliums, es tan antigua como la propia humanidad; y que bajo todos los acontecimientos descritos que han provocado el descubrimiento de nuevas zonas, de nuevas tierras fundamentalmente en los siglos XV, XVI y XVII, que poseían tanto una fauna como una flora autóctona, que brindaba las posibilidades para un floreciente comercio; y tras su implantación, el afán de conocer, de clasificar, de descubrir, de enseñar, de difundir conocimientos y creencias que se produjo en el siglo XVIII, no iba a escapar del conocimiento y utilización botánica, por tanto, nuestro mundo moderno debe mucho a los exploradores, viajeros, aventureros, militares, misioneros y comerciantes que se preocupaban de volver a sus países con muestras de aquellos bulbos fruto de la caza botánica.
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José Ramón Bosque
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