MIL MAQUINAS JAMÁS PODRÁN HACER UNA FLOR

Desde hace un tiempo nos hemos apuntado al uso de Internet y de las nuevas tecnologías, pensando en aquel viejo precepto de “renovarse o morir”.

Nuestra intención ha sido dar a conocer nuestros productos y servicios de una manera más cómoda y clara de consulta, y que nos permitiera llegar a más gente. Para eso, hemos desarrollado nuestra página web www.Bulbos.eu, y dentro de ella el Blog, donde publicamos aquellos artículos que nos parecen interesantes para nuestros clientes o para el sector.

También nos desenvolvemos en el ámbito de las redes sociales. En la Red Profesional como Linkedin, y en redes genéricas, tales como Twitter (@Bulboseu) o Google+ ( https://plus.google.com/u/0/b/110679441851403869978/+BULBOSJoseRamonBosquePedrosSLValència/posts ) y (https://plus.google.com/u/0/).  

En Twitter apareció el otro día una reseña que nos llamó mucho la atención, es de TIERRA SANA, que decía “… mil máquinas jamás podrán hacer una flor…”, y venia acompañada de la imagen que os muestro:

Enseguida recordamos algunos vídeos de la industria holandesa de producción de flores. No nos pudimos resistir y comentamos que lamentábamos que eso no fuera así, a riesgo de destruir esa imagen idílica de la naturaleza en contra de la tecnología. Y para contrastar esa idea, os mostramos un vídeo que sirva como ejemplo:

Y otro ejemplo…

Ya no sólo es el hecho de que las máquinas sean capaces o no de hacer una flor, que en realidad no lo son, puesto que sin un material de base, un bulbo o un esqueje o una semilla, nunca sería posible (siempre que obviemos la hibridación u obtención de variedades nuevas in vitro en laboratorio). Si no de cómo hacen una flor….

La industria holandesa de flores y plantas desde los primeros tiempos en que llegó el primer tulipán hasta nuestros días, ha estado a la cabeza de la producción mundial, su producción y su reexportación de flores y plantas representa el 80 % del mercado internacional, a pesar de los cambios significativos que ha tenido el sector, con esta crisis inagotable y la competencia de nuevas zonas que cada vez son menos emergentes.  El  consumo y por tanto la demanda está cambiando, por lo que el sector lo está haciendo también, tanto a nivel de producción como a nivel de transacciones. Ello, tanto a nivel de producción de flor como a nivel de venta de bulbos, ha llevado a que se  invierta en países como China, México, Perú, Chile, India, Etiopia… dónde tanto los salarios como las cargas fiscales son más bajas.

Pero mientras Holanda y sus satélites han sabido y han sido capaces de desarrollar una ingeniería genética, crear unas infraestructuras de producción, venta y distribución, no ha ocurrido lo mismo con los países que dependen de la agricultura y que poseen un escaso desarrollo industrial, en ellos, y naturalmente incluyo al nuestro, donde los pequeños productores, que son todos, mal viven.  ¿Cómo es posible competir frente a esto?

En un sector sin apoyos gubernamentales eficaces y sin facilidad para obtener crédito, potenciar la estructuración y tecnificación de las explotaciones se hace francamente difícil, pero sin esto, es complicado alcanzar niveles altos de calidad en las producciones y que nos demanda el mercado bien sea nacional o internacional. Es muy conveniente adaptar nuestros invernaderos y explotaciones a fuentes de energía renovables, así como desarrollar la investigación en todos los ámbitos productivos e importar las ideas y sistemas de producción experimentados con éxito en otros países. Potenciar el consumo interno como motor de arranque para alcanzar los niveles básicos de tecnificación, aunque no hay que bajar la guardia aquí, no parece la vía más segura, teniendo en cuenta la grave situación social en que estamos inmersos y que nuestro producto no es un bien de consumo necesario.

Eso sí, tenemos un extenso territorio, con buena tierra, un sol que nos brinda muchas horas de luz y temperatura, y un espíritu y un garra que nos hará salir de esta situación de la que ya estamos todos cansados.